miércoles, julio 24, 2013

Antología de cuentos hispanoamericanos

Diles que no me maten (Juan Rulfo):
Una historia de juventud, un crimen, la amenaza y la persecución de por vida... hasta llegar la muerte.  Juvencio le pide a su hijo Justino que intercerda por  él y le pide a sus captores que no lo maten.  Hace muchos años, Juvencio había matado a un hombre, su  compadre, porque no le permitía que ingresaran a su potrero sus animales que desfallecían de hambre debido a la sequía.  Enfurecido, lo mató y luego murió  la viuda de pura pena.  Sus hijos pequeños fueron llevados lejos, pero la gente del pueblo no lo dejó vivir tranquilo, siempre amenazándolo... hasta que llegó el día en que uno de los huérfanos, ya hombre,  convertido en coronel, envió a sus hombres para que lo encontraran y así poder cobrar venganza.

El almohadón de plumas (Horacio Quiroga):
Un matrimonio desigual, enamorados, pero con distinta manera de demostrar su amor... ella es tierna, dulce y angelical; él es duro y no demuestra sus sentimientos. Luego de sus primeros tres meses de casados, ella comienza a presentar síntomas de una extraña enfermedad que ni los médicos pueden explicar.  Día a día hay deterioro en ella, cada vez con menos fuerzas.  Finalmente muere, anémica.  La sirvienta descubre unas manchas de sangre en la almohada y al tomarla descubre que pesa mucho.  El nudo lo cortó y descubrió que dentro había un animal gordo de tanto chupar  sangre.

La viuda de Montiel (Gabriel García Márquez):
Odiado por todos los del pueblo, muere un hombre.  Su viuda no entiende por qué el desprecio de todos.  Había sido  malo, había matado a muchos por cuiestiones políticas y de dinero.  Su viuda sólo espera la muerte.

Dos pesos de agua (Jusan Bosch):
En un pueblo todos sufrían por la gran sequía.  Las siembras, los animales estaban muriendo.  Todos se marchaban del pueblo.  Sólo se quedó Remigia con su nieto.... ella confiaba en que vendría la lluvia, que sus ruegos serían escuchados, que las animitas no le fallarían... Por otro lado las ánimas no se habían dado cuenta de la cantidad de velas que había encendido la mujer... de pronto comenzaron a cumplir el encargo... tanto que la lluvia comenzó a inhundar todo el lugar y la lluvia no quería parar.